Saltar al contenido

¿Vale la pena parece de un Ghibli a cambio das tus datos?

  • Josep 

¿Ya has visto a medio internet convertido en personajes de Studio Ghibli?

Tus colegas con ojos enormes, mejillas rosadas, fondo de bosque japonés y esa vibra como de estar a punto de soltar una lágrima por algo bonito. Si no lo has visto, tranqui, que tu Instagram se encargará de metértelo hasta en la sopa.

Nueva moda, ya sabes: subes un par de fotos a una app con pinta inofensiva, y pum, te devuelven una versión de ti que parece sacada directo de Mi Vecino Totoro cruzado con drama adolescente.

Súper tierno, súper mágico, súper… viral.

Y claro, a reventar el botón de “like”.

Pero.

Pero….

Mientras tú eliges si prefieres el fondo de atardecer en Kioto o el del tren sobre el agua… ¿sabes qué más está pasando?

Spoiler: na’ bueno.

La AEPD (sí, esos que cuidan de tus datos aunque nadie les haga mucho caso) acaba de soltar una advertencia.

Bastante clara, por cierto.

Básicamente: ojo con esas apps que piden acceso a tu galería entera como si fuera el salón de su casa. Que no todas vienen con política de privacidad bien escrita. O con política de privacidad, punto.

Y no, no es solo la selfie tuya con cara de anime lo que está en juego.

Piensa un segundo: ¿qué hay en tu galería?

No mientas.

Capturas de pantalla de cosas sensibles, tu DNI, tarjetas, documentos raros que juraste borrar y ahí siguen.

Y si le has dado permiso a la app para entrar, entró.

Y si entró, vio.

¿Y si vio, guardó?

Y no estamos hablando de Google o OpenAI, que al menos tienen a medio planeta mirándoles los pasos. Algunas de estas apps vienen de empresas que ni sabes cómo se llaman, ni dónde están, ni si realmente existen más allá de una IP flotando por ahí.

Y eso, lo diga quien lo diga, suena feo.

Según la AEPD (y no suelen inventarse estas cosas):

– Pueden ver TODA tu galería, no solo la fotito que elegiste.
– Suben las imágenes a sus propios servidores. Traducción: tus fotos ya no están solo en tu móvil.
– Las guardan. Las usan. Incluso para entrenar modelos de IA.
– Y se las pueden pasar a terceros sin que tú te enteres. Así, alegremente.

Y luego viene el clásico comentario: “Bah, si total no tengo nada que ocultar”.

Vale.

Pero prueba a pensar en esto: un día, tu cara versión anime aparece en un anuncio de suplementos para la próstata. O en una campaña electoral. O vete tú a saber.

¿Te hace gracia?

No es que se acabe el mundo, pero jode. Porque alguien se está forrando usando tu cara, sin pedirte permiso, y tú ni enterado.

Lo que empezó como jueguito, termina en explotación comercial. De las cutres.

Y lo más jodido: si esas imágenes se usan para entrenar IAs, no es solo tu cara la que está en juego. Es tu voz, tus gestos, tu forma de hablar. Hoy eres un dibujo mono. Mañana, un deepfake diciendo cosas que no crees.

Y nadie sabrá que no eras tú.

Yo qué sé. Para mí, la IA debería ser para hacernos la vida más fácil, no para colarse en nuestras cosas por la puerta de atrás. Si algo tiene que hacerse viral, que sea la idea de que no todo vale por un par de likes. Que estas apps deberían ser transparentes, justas, seguras.

Así que la próxima vez que veas la app mágica que te convierte en personaje Ghibli, igual pregúntate: ¿quiero parecerme a un anime… o prefiero saber que mis fotos no acabaron en manos de quién-sabe-quién?

Porque en este cuento, el monstruo no es gordito ni adorable.

Es un servidor remoto al que tú mismo le abriste la puerta, sonriendo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *